Martínez-Vázquez Yadira Vianet
Espinoza-Gallardo Ana Cristina
Zepeda-Salvador Ana Patricia
Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición, Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara.
En la actualidad, la alimentación responde a factores de carácter económico, cultural y psicológico, por lo que deja de ser sólo una respuesta ante la necesidad biológica del ser humano y lleva a establecer una estrecha relación con el ambiente y la sociedad en la que se desenvuelve, adoptando diversos matices asociados a la cultura. Las culturas occidentales han promovido la delgadez como sinónimo de belleza, provocando en las personas una insatisfacción con su cuerpo, sobre todo en jóvenes y adolescentes, desencadenando a su vez comportamientos inadecuados, relacionados con el peso corporal y la alimentación, como la realización de dietas restrictivas, ayunos y consumo de productos para reducir el peso, aún cuando se encuentran dentro de los parámetros normales, actividades que son factores de riesgo para el desarrollo de algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria.
Al respecto, las Conductas Alimentarias de Riesgo (CAR) son patrones disfuncionales de ingesta de alimentos que pueden desencadenar Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Entre las conductas que se hacen presenten en las CAR se encuentran la restricción en la ingesta alimentaria, uso de laxantes, diuréticos, píldoras de dieta o vómitos auto inducidos, presencia de atracones con sensación de poco control al momento de comer, además de preocupación por subir de peso. Las CAR han sido vinculadas con la presencia de desnutrición, deficiencia de nutrientes esenciales y diversas alteraciones a nivel fisiológico como la osteoporosis o la anemia, dichas manifestaciones repercuten y son consideradas perjudiciales para la salud del individuo. Las principales causas de riesgo identificadas para predisponer la presencia de CAR son de ámbito biológico, psicológico y social, siendo el autoestima y la imagen corporal los factores de mayor impacto para el desarrollo de CAR, que repercuten mayoritariamente en adolescentes, debido a que son más susceptibles de presentar insatisfacción con su cuerpo, resultado de cambios físicos y presión social por un estereotipo de delgadez.
Una de las conductas a estudiar dentro de las CAR son los Episodios de Atracón (EA), los cuales son caracterizados por un consumo superior de comida, comparados con un periodo similar de tiempo y en circunstancias parecidas, además de ir acompañado con sensación de pérdida de control sobre la alimentación. Al respecto, los EA se han descrito como un problema de salud pública importante a tratar, debido a que pueden desencadenar sobrepeso y obesidad en el individuo, además de ser un antecesor para el desarrollo de bulimia y del propio trastorno por atracón.
Por otro lado, estas conductas han sido consideradas patologías del mundo occidental, de las grandes ciudades y del sexo femenino, centrando mayoritariamente las investigaciones en estos campos, es así que resulta importante realizar estudios tomando en cuenta poblaciones poco estudiadas como la indígena y el sexo masculino. Por lo cual en el Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (IICAN), se desarrolló una investigación con el objetivo de determinar la prevalencia de episodios de atracón como conducta alimentaria de riesgo en adolescentes de una comunidad indígena. Este estudio fue descriptivo, observacional y transversal. La población fue de 930 adolescentes indígenas de los cuales se obtuvo una muestra de 347 participantes de entre 14 a 19 años (M=15.95, DE=1.03). Los participantes contestaron el Cuestionario Breve de Conductas Alimentarias de Riesgo (CBCAR), el cual está validado para población mexicana.
Como resultados de esta investigación se pueden mencionar que la prevalencia tanto de CAR (22%) como de EA (72%) es superior a la reportada en los estudios con población indígena, pero similar a la reportada en poblaciones urbanas, lo que implica un panorama preocupante dada las diferencias de estas poblaciones, además de que se ha considerado que en los pueblos indígenas prevalecen aspectos alimentarios, sociales, culturales, políticos entre otros, diferentes a las poblaciones urbanas, así como una menor influencia de estereotipos sociales y medios de comunicación.
El sexo femenino presentó una mayor prevalencia de EA en comparación con el sexo masculino, lo cual se ha observado también en otras investigaciones, sin embargo, esta prevalencia en hombres es superior a la reportada en otros estudios. En este sentido, es importante señalar que mayoritariamente los estudios realizados han excluido a la población masculina, dado que se ha descrito por muchos años a las CAR como patologías propias del sexo femenino, por lo que no incluir a los hombres puede ser un sesgo importante al momento de determinar prevalencias y de realizar abordajes terapéuticos. Por lo tanto, es necesario enfatizar el incluir a esta población para futuras investigaciones y que las intervenciones se han realizadas tomando en cuenta ambos sexos.
La edad en la cual se presentó mayor prevalencia es ligeramente menor a la reportada en otros estudios (14 años vs 16 años), si embargo, los adolescentes siguen siendo la población más vulnerable para el desarrollo de estas conductas de riesgo, una situación alarmante, dado que las prácticas y hábitos llevados a cabo en esta etapa repercuten significativamente en la adultez.
En conclusión, los EA están presentes tanto en las poblaciones con y sin detección de CAR, lo que representa un panorama preocupante por su repercusión tanto a nivel fisiológico como psicológico. Por lo tanto, estos hallazgos pueden ser útiles para la caracterización e identificación de aquellas personas que presentan EA y con ello poder implementar programas enfocados en la población de más alto riesgo e incrementar la escasa información que se tiene de los EA en población indígena.
Es vital seguir realizando investigación al respecto, asimismo, es importante realizar campañas tanto de prevención, detección y tratamiento y enfatizar la importancia de acudir con profesionales de la salud expertos en el tema de Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Si bien es importante realizar investigaciones, también es necesario que exista una participación activa de la sociedad, instituciones educativas y gobierno para que se puedan generar los espacios y programas adecuados que atiendan y visibilicen esta problemática, por lo cual, desde nuestra trinchera seguiremos trabajando para generar esos enlaces y espacios indispensables para la mejora de la calidad de vida de las personas.
vianet.martinez@alumnos.udg.mx