Promueve la salud y nutrición de la población, tiene bajo impacto medioambiental, es barata y culturalmente adecuada, además de ser accesible, asequible, segura y equitativa
Mariana Lares Michel
¿No te parece curioso que mientras los titulares de las noticias continúan advirtiéndonos que nos estamos terminando el agua del planeta y estamos atravesando por la peor crisis climática de la historia, también nos advierten que la mayoría de la población mundial y de México tiene problemas de salud relacionados con una alimentación poco saludable, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares? Pues, para tu sorpresa (o tal vez no), los alimentos que comemos todos los días, además de tener un impacto en nuestra salud, tienen un alto impacto en el medio ambiente.
Más del 76% del agua disponible en cada país se destina a la agricultura, y más del 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, provienen de los sistemas alimentarios. Debido a esta situación, hoy en día es urgente modificar la alimentación de las personas. México es uno de los países con mayores problemas medioambientales y nutricionales en la actualidad. Más del 85% del país se encuentra en sequía de agua grave y, además, es considerado el país con las mayores tasas de obesidad en el mundo, afectando a más del 70% de los mexicanos.
Las dietas sostenibles son la apuesta actual para combatir ambas problemáticas. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), éstas corresponden a dietas que, además de promover la salud y nutrición de la población, tienen bajo impacto medioambiental, son baratas y culturalmente adecuadas. Adicionalmente, para que una dieta pueda ser considerada sostenible, debe ser accesible, asequible, segura y equitativa, y además debe optimizar al máximo los recursos con los que se cuenta en la actualidad, para garantizar que tanto las generaciones de hoy en día como las generaciones futuras puedan alimentarse y tener una vida plena.
Aunque las dietas sostenibles parecen ser una opción adecuada y viable para implementar en la población, la realidad es que lograr modificar el comportamiento alimentario de una población es un reto enorme. Primero, porque no contamos con un sistema alimentario que nos abastezca de alimentos saludables y que hayan sido producidos con bajo impacto sobre el medio ambiente. Además, cada vez es más complicado encontrar alimentos autóctonos de nuestra dieta tradicional, y, por si fuera poco, el precio de los alimentos cada día va en aumento.
Además de esta importante barrera, modificar la manera en la que come la gente es un reto que hasta ahora no ha podido ser logrado. Si bien, cada vez existen más profesionales de la nutrición que diseñan e implementan programas nutricionales para fomentar una alimentación saludable y sostenible, e incluso, las guías alimentarias mexicanas actuales han comenzado a abordar el término de dietas sostenibles, la realidad es que la alimentación de una persona es un aspecto sumamente complejo. Esto porque, en primer lugar, los alimentos que consume una persona todos los días están estrechamente vinculados con una serie de aprendizajes y asociaciones que la persona ha ido adquiriendo durante toda su vida y desde su niñez. Desde una perspectiva psicológica, comer es una conducta que, a su vez, involucra una infinidad de conductas aún más específicas. Entonces, cuando se desea cambiar la dieta de alguien, se debe analizar en profundidad por qué esa persona come lo que come y qué se necesita para lograr que ese consumo se modifique por otro que resulte más beneficioso para su salud y la del medio ambiente, mientras se respeta su cultura y su economía.
Esta serie de cuestiones fueron a las que nos enfrentamos en el Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (IICAN) de la Universidad de Guadalajara, México, en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INYTA) de la Universidad de Granada, España y en el Tecnológico Nacional de México. Por ello fue que diseñamos una investigación donde se desarrolló una intervención llamada ‘NutriSOS’, donde por medio de métodos matemáticos se estructuró una dieta sostenible para la población mexicana. Además, con base en técnicas psicológicas y una aplicación móvil, se generaron estrategias para promover este tipo de alimentación en la población mexicana. Una vez diseñada la intervención, se pusieron a pruebas sus efectos sobre los niveles de azúcar y grasa en la sangre de las personas, así como sobre su salud gastrointestinal, especialmente sobre las bacterias que están en su intestino, es decir, la microbiota intestinal. Así mismo, se evaluaron sus efectos sobre la presión arterial, el peso, grasa y músculo corporal, así como sobre indicadores de impacto medioambiental como la huella hídrica (el agua que se necesita para producir los alimentos que comen las personas) y la huella de carbono (la cantidad de gases de efecto invernadero que se generan durante la producción agrícola de los alimentos consumidos por la población). Dentro del programa se analizaron también los efectos que puede tener esta intervención sobre la realización de actividad física y el consumo de alimentos.
Este estudio se llevó a cabo en una población de 100 adultos jóvenes mexicanos de 18 a 35 años, los cuales fueron divididos en dos grupos: uno que recibió la intervención y otro que no la recibió. Este trabajo se encuentra en proceso de finalización, pero los resultados preliminares apuntan a que una dieta sostenible en México podría ayudar a disminuir la crisis medioambiental y nutricional por la que atraviesa México, ya que, de manera preliminar, se han identificado cambios importantes en la presión arterial de la población, así como en sus niveles de colesterol. Además, el peso, la grasa y el músculo corporal de las personas se modificó, así como las bacterias presentes en el intestino. Por si fuera poco, uno de los hallazgos más impresionantes hasta el momento ha sido la enorme cantidad de agua y gases de efecto invernadero que se pueden reducir cuando se come una dieta sostenible. Cabe señalar que, aunque este programa fue específicamente diseñado para México, si éste se adecúa al contexto de otros países, podría representar una solución a la problemática mundial respecto a salud pública y crisis ambiental.