
El dengue es una virosis debida a la infección por uno de los cuatro serotipos de dicho virus (DENV-1, -2, -3 y -4). El virus del dengue es transmitido a los humanos a través de la picadura de los mosquitos del género Aedes, principalmente por Ae. aegypti (vector principal en América). El dengue es una enfermedad que afecta a personas de todas las edades y sus síntomas varían de entre los más frecuentes como la fiebre, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos y dolor de músculos y articulaciones. La mayoría de los casos humanos cursa con estas manifestaciones clínicas considerados casos de “dengue clásico”. La enfermedad puede progresar a formas graves, caracterizada principalmente por choque, dificultad respiratoria y/o daño en los órganos.
El año 2023 fue el mayor número de registros en casos de dengue en la región de América. Con un total de 4,565,911, de ellos 7,653 (0.17%) fueron graves y 2,340 casos fatales (tasa de letalidad de 0.051%). Esta situación de alta transmisión se ha extendido al 2024, en el cual, desde la semana epidemiológica uno hasta la cinco se notificaron 673,267 casos de dengue, de los cuales 700 fueron graves (0.1%) y 102 casos fatales (tasa de letalidad 0.015%). Esta cifra representa un incremento de 157% en comparación al mismo periodo del 2023, y 225% con respecto al promedio de los últimos cinco años.
Los cuatro serotipos circulan por toda América y en algunos países de manera simultánea. La infección por un serotipo seguido por otro aumenta el riesgo de padecer dengue grave, incluso se puede agravar hasta peligro de muerte. Los serotipos son dominantes por área geográfica, por lo que viajes a zonas de diferente dominancia de un serotipo también incrementan el riesgo.
El dengue tiene un comportamiento estacionario, es decir, ocurren los casos principalmente durante la temporada de lluvias. Este patrón de comportamiento se debe a que los meses son más cálidos y lluviosos. Los mosquitos necesitan depositar sus huevecillos en la pared de recipientes vacíos como botellas, tinacos, latas, floreros y llantas. Los huevecillos pueden durar hasta un año en un ambiente seco y con la primera lluvia o humedad, surgen las larvas, por lo que es importante prevenir la presencia de estos insectos y evitar su picadura.
Dado que no existe una vacuna con eficiencia probada, el control de los mosquitos vectores representa el principal instrumento para combatir el dengue. En México se han implementado campañas como: Lava, tapa, voltea y tira y Sin criaderos, no hay mosquitos, y sin mosquitos, no hay dengue, en las que se adoptan medidas a nivel domiciliario tales como vaciar, dar vuelta o eliminar recipientes que puedan acumular agua estancada. A pesar de los esfuerzos realizados, la prevalencia de dicha infección viral persiste.
Un hecho curioso es que se han dado casos de infección humana por el virus dengue en épocas del año atípicas (fuera de los periodos calurosos o de lluvia). En el caso de las temporadas “frías” del año, se ha detectado que el aumento en la temperatura media diaria (producto del calentamiento ambiental) que ha permitido sobrevivir a las poblaciones de Ae. Aegypti. Aunque se detectan pocos ejemplares, sigue presente la población y latente el riesgo de contagio. La presencia de este mosquito en épocas no lluviosas resulta más extraña, pues no hay agua que llene los “cacharros”, llantas, etc. Sin embargo, los floreros de casas y panteones, así como las pilas pueden fungir como foco de criaderos de Ae. aegypti y favorecer el incremento de sus poblaciones.
Con ello en mente se realizó un estudio con la finalidad de monitorear la presencia de larvas de Ae. aegypti en dos panteones de la cabecera municipal de Tuxpan, Jalisco. Para ello se muestrearon las pilas de agua (de donde se abastece la gente para poner en los floreros) de los panteones “Viejo” (3 pilas) y “Nuevo” (7 pilas), ubicados en Marcelino García Barragán 6, y en Abasolo 8, Rosendo G. Castro, respectivamente. Asimismo, se muestrearon cinco floreros alrededor de cada pila, dicho monitoreo se hizo en otoño (septiembre-octubre) e invierno (febrero-marzo). En el muestreo de otoño del panteón Viejo se detectó presencia de larvas en 2 de las 3 pilas (66.6%), así como en 2 de 15 de los floreros examinados (13.3%). En esa misma época, en el panteón Nuevo se detectaron larvas en 4 de 7 pilas examinadas (57.1%), y en 8 de 35 floreros (22.9%).
De igual manera, en el muestreo de invierno en el panteón viejo se detectaron larvas en 2 de las pilas (66.6%) y en 5 de 15 de los floreros (33.3%). En tanto que en esa misma época del año en el panteón Nuevo se detectaron larvas en 5 de las pilas (71.4%) y 10 de 35 floreros (28.6%). Los resultados mostraron una baja cantidad de larvas de Ae. aegypti (aproximadamente 10 por muestra tomada). Sin embargo, el porcentaje de pilas positivas da presencia de mosquitos transmisores de dengue, en ambos panteones en ambas épocas del año fue alto (57.1-71.4%), lo que es indicativo de una población pequeña pero potencialmente representante de riesgo de transmisión de dengue a las poblaciones humanas. Por supuesto el mayor riesgo de contacto con estos mosquitos vectores lo tiene el personal que labora en cada panteón, así como los visitantes de los mismos.
Sin embargo, dado que el rango de vuelo de los mosquitos es de 50 a 60 metros de altura, los habitantes de los hogares alrededor de los panteones estudiados podrían estar en riesgo. Se recomienda vaciar los floreros y, en las pilas adicionar abate Temephos, que es el insecticida granulado que deposita La Secretaría de Salud para control de Ae. aegypti. Sobre todo, lo importante es vigilar la presencia del mosquito vector y eliminarlo cuando está en etapas juveniles y evitar que llegue a adulto.
Investigador: José Alejandro Martínez Ibarra
(aibarra@cusur.udg.mx)
Alumna de octavo de MCP:
Diana Monserrat Martínez Grant
Alumnas y alumno de Segundo de MCP:
Estrella Guadalupe Álvarez Montes
Mildre Estefanía Cárdenas Hernández
Ariela Izel Reyes Salvador
Ángel Emmanuel Rentería Gutiérrez