La privación de alimentos y el estrés, influyen en nuestro comportamiento alimentario. ¿Qué pasa entonces cuando hay estrés crónico y privación alimentaria en conjunto?
Jaqueline García
Nuestra alimentación influye en nuestro cuerpo, en nuestra salud y en nuestra calidad de vida, pero también influye en nuestro comportamiento. Diversos investigadores del Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (IICAN) del Centro Universitario del Sur (CUSur) se han dado la tarea de realizar estudios sobre la influencia de la alimentación en nuestro comportamiento.
Kevin Edgar Guerra Rodríguez, licenciado en Psicología por el CUSur y maestrante en Ciencias de la Conducta con Orientación en Alimentación y Nutrición del IICAN, actualmente trabaja en una investigación que aborda las variables de privación alimentaria y estrés crónico en murinos (ratas).
De acuerdo con Guerra Rodríguez, el objetivo de esta investigación es generar ciencia básica que ayude a saber qué es lo que causa ciertos trastornos de la conducta alimentaria, sobre todo el binge eating, que se trata del episodio de atracón, común en estados de estrés crónico, pero del que no se tienen datos totalmente concluyentes.
Otro de los objetivos de la investigación es evidenciar estas relaciones para tener noción de que ciertas dietas restrictivas no funcionan debido a que, de acuerdo con el investigador, si se restringe el alimento en un sujeto, éste bajará de peso, pero si no hay seguimiento, volverá a subir de peso e incluso puede tener un consumo de alimentos mayor que el que tenía antes de la restricción.
Para notar un cambio en el comportamiento de los sujetos de estudio, Guerra Rodríguez, junto con su equipo de trabajo, iniciaron el experimento brindando un tipo de alimento específico estandarizado durante un periodo de tiempo libre para, de esta manera, analizar el comportamiento antes y después del cambio de alimentación.
De acuerdo con el maestrante, antes de iniciar el experimento realizaron una línea base, que se trata de un registro del consumo de alimentos de manera libre, con el fin de tener una comparación del antes y el después del experimento.
Durante el experimento de privación alimentaria retiraron el libre acceso de alimento por 23 horas, y dieron acceso sólo una hora: “Durante esa hora vas a registrar cuánto es lo que han consumido, para seguir un patrón de consumo y ver cómo cambia el consumo de la rata en el tiempo, nosotros lo realizamos durante 6 semanas para ver si hubo un cambio en el patrón alimentario”. Sobre ello, el investigador explica que cuando se priva a las ratas, evidentemente hay una disminución del consumo alimentario, pero si se le deja otra vez con libre acceso de alimento, ésta aumenta el consumo, e incluso puede duplicarse en comparación con su línea base, debido a que a partir de la privación se creó un patrón de necesidad, incluso fisiológica, que conlleva a la rata a ese tipo de consumo, lo que se conoce como “gran comilona”.
Explica que, si se compara el comportamiento entre murinos y seres humanos, en los seres humanos se ve reflejado a causa de las dietas privativas: “Digamos que una persona tiene una dieta de restricción calórica de 3 meses; es evidente que su peso va a disminuir, porque su consumo alimentario está disminuyendo, pero si la persona deja de hacer la dieta y vuelve a sus condiciones normales, o sea, su consumo antes de la dieta, lo más probable es que tenga episodios de atracón, que consuma más de lo que consumía normalmente, lo iguale o lo sobrepase”.
Además de la privación, existe otro factor que influye en nuestro consumo de alimentos: el estrés, variable que también se tomó en cuenta para la investigación: “El estrés en los seres humanos puede afectar nuestro consumo alimentario. ¿Qué pasa entonces cuando hay estrés crónico y privación en conjunto?”, ésta es la pregunta que se busca resolver con dicho trabajo.
En la investigación se busca encontrar el efecto específico de la post privación y el estrés crónico, por lo que, para identificar si los murinos están pasando por estrés se basan en la observación: “Vamos a hacer una medición conductual holebord, con una caja que tiene agujeros, en la cual introduces a la rata por 10 minutos, la grabamos con GoPro, grabamos su conducta y la observamos. Lo hacemos antes del experimento, a la mitad del experimento y al finalizar, y con este tipo de pruebas conductuales puedes observar si hay ansiedad y estrés en las ratas […]”. Se observa cuántas veces la rata introduce la cabeza en los hoyos, y esto es una variable de conducta. De acuerdo con Guerra Rodríguez, la rata tiende de manera natural a explorar: “Si tuvieras una rata en un espacio abierto va a buscar lugares cerrados o pegarse a las paredes, porque tienen fobia a los espacios abiertos, una rata normal, que no está bajo condiciones de estrés, siempre va a buscar esconderse; una rata que tiene estrés, ansiedad o depresión, no va a hacer nada”.
De acuerdo con el maestrante, en el IICAN se han realizado previamente investigaciones sobre los efectos de la privación alimentaria y estrés, sin embargo, lo que llamó su atención fue que estas variables se pueden ver en la vida cotidiana y decidió unir las condiciones de estrés y privación en esta investigación, con el fin de generar un modelo y observar fenómenos psicológicos en general.
Con el propósito de que la ciencia tenga un impacto social, Guerra Rodríguez considera que la labor en la investigación es realizada con el fin de que a largo plazo pueda generarse ciencia aplicada, atender problemas de trastorno de conducta alimentaria y así mismo obtener recursos para generar tecnología que se usa en la ciencia aplicada: “Lo importante es tomar en cuenta todas esas variables que parecen que no son importantes, pero ahí es donde está la importancia, en ver lo que los demás no ven y ver esos pequeños vacíos”. Considera que cualquier resultado, sea significativo o no, es importante, e incluso el no obtenerlos también lo es, pues esto ayudará a que futuros investigadores de la misma línea, sepan qué camino tomar.
livier.lopez@cusur.udg.mx