¿Has sido parte del sistema de distribución gatuna? Entonces estás familiarizado con los michis: esos felinos a los que podemos acercarnos sin miedo a ser comidos vivos… bueno, depende a quién le preguntes.

En mi caso, tengo una gatita de al menos un año de edad. Fue más planeada que muchos de nosotros. Nunca antes había tenido un gato; siempre conviví con perros, desde que nací hasta los 21 años. Me informé y sigo aprendiendo constantemente, especialmente a través de redes sociales.

Pero ahí está el problema: tanta información disponible puede volverse contraproducente. Muchas veces no sabemos si las fuentes son confiables, si nos están estafando o realmente quieren ayudar. Ni siquiera tenemos certeza de que los síntomas, estadísticas o cuidados específicos sean ciertos.

Por ello decidí escribir este artículo, con el fin de esclarecer algunas dudas específicas.

¿Qué es el VIF?

El Virus de Inmunodeficiencia Felina (VIF), comúnmente conocido como sida felino, es una enfermedad que afecta el sistema inmunológico de los gatos. Aunque puede no presentar síntomas durante años, su detección y manejo oportuno son clave para garantizar una buena calidad de vida.

La inmunodeficiencia es la incapacidad del cuerpo para protegerse adecuadamente. En este contexto, el virus aprovecha la oportunidad para entrar en el organismo, atacar los glóbulos blancos y debilitar el sistema inmune, el cual se encarga de detectar amenazas, enviar defensas y recordar virus o bacterias previamente enfrentados.

¿Cómo saber si mi gato tiene VIF?

Aunque el nombre coloquial es “sida felino”, su término científico correcto es Virus de Inmunodeficiencia Felina (VIF). En el artículo Inmunodeficiencia felina (VIF) publicado por Zooplus Magazine, se enumeran los síntomas más comunes:

  • Fiebre persistente
  • Pérdida de apetito
  • Adelgazamiento progresivo
  • Letargo (cansancio o debilidad constante)
  • Gingivitis (encías inflamadas)
  • Estomatitis (inflamación de la boca)
  • Mal aliento
  • Babeo
  • Diarrea crónica
  • Vómitos ocasionales
  • Infecciones recurrentes en la piel
  • Pelo opaco o caída excesiva
  • Heridas que tardan en sanar
  • Cambios de comportamiento
  • Convulsiones
  • Desorientación
  • Inflamación ocular
  • Ganglios linfáticos agrandados
  • Anemia (palidez en las encías)

Sin embargo, muchos gatos no presentan síntomas hasta pasados varios años. Por eso se recomienda acudir regularmente al veterinario. Algunas pruebas disponibles para identificar el VIF son:

Tipos de pruebas para detectar el VIF

1. Prueba MegaELISA VIF
Proporcionada por Eurovet Veterinaria S.L., esta prueba se realiza con una muestra de sangre para detectar anticuerpos del VIF. Su resultado es cualitativo: indica si el gato ha desarrollado defensas o no.

2. Western Blot
Según Healthline, esta prueba confirma resultados positivos obtenidos por pruebas rápidas como la ELISA. No busca el virus en sí, sino los anticuerpos producidos por el organismo. Usa un proceso llamado electroforesis en gel para separar proteínas, que luego se marcan químicamente. Si hay anticuerpos específicos, la prueba cambia de color.

Importante: En infecciones recientes, puede que aún no existan suficientes anticuerpos, por lo que la prueba podría no detectar la enfermedad.

3. PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa)
Esta prueba detecta rastros de material genético (ADN o ARN) del virus, incluso en cantidades mínimas. Se puede aplicar a sangre, saliva o heces. Es útil para detectar el virus en etapas tempranas, cuando los síntomas no son evidentes.

¿Qué tan común es el VIF?

De acuerdo con Zooplus Magazine, Egipto es el país con mayor cantidad de gatos infectados, y Etiopía el que presenta menor prevalencia, según los mapas disponibles (anexo 1 y 1.2).

El estudio de Nehring, Dickmann, Billington y Vande Woude (2024) publicado en Journal of Feline Medicine and Surgery destaca:

  • Diagnóstico: Se requiere aplicar pruebas serológicas confiables, especialmente en gatos con factores de riesgo.
  • Manejo clínico: Se recomienda prevenir infecciones secundarias, ofrecer controles veterinarios frecuentes y alimentación de calidad.
  • Calidad de vida: Un diagnóstico positivo no debe implicar eutanasia. Muchos gatos viven sanos por años si reciben los cuidados adecuados.
  • Prevención: Esterilizar reduce conductas agresivas y peleas, principal vía de contagio del VIF (mordeduras profundas).
  • Convivencia: Gatos positivos al VIF pueden vivir con gatos sanos si no hay conductas agresivas frecuentes.

VIF en México y Colombia

Según el artículo Mascotas en México, un sector invisible para las estadísticas, de Infobae, en México hay aproximadamente 16.2 millones de gatos, de los cuales se estima que entre 2.5 % y 5 % podrían estar infectados con VIF (entre 405 mil y 810 mil gatos). Esta cifra no contempla gatos callejeros.

En Colombia, Mejía-Villada et al. (2024) analizaron 1,646 gatos para VIF y 1,708 para FeLV (Virus de Leucemia Felina), en clínicas veterinarias de tres ciudades.

Hallazgos importantes:

  • Gatos mestizos: Mayor prevalencia (5.1 %), probablemente por falta de atención médica.
  • Machos: Tienen una tasa más alta (6.6 %), quizá por su tendencia a pelear.
  • Adultos mayores: Alcanzan el 9.1 % de prevalencia, debido al tiempo de exposición.

Datos clave del estudio:

  • Prevalencia general: 4.7 %
  • Intervalo de confianza (IC 95 %): 3.9 % – 5.6 %

Estos datos permiten diseñar estrategias preventivas, de diagnóstico y tratamiento. Además, nos dan herramientas como dueños para cuidar mejor de nuestros gatos.

Así como los humanos pueden tener calidad de vida con VIH/SIDA, también los gatos pueden vivir sanamente con VIF si reciben los cuidados adecuados.

La información científica confiable debe ser el eje central de nuestras decisiones, no la desinformación en redes sociales.

Con educación, responsabilidad y amor, nuestros compañeros felinos pueden tener una vida larga, feliz y saludable.

Claudia Paulina Beltrán Barragán

claudia.beltran4095@alumnos.udg.mx