¿Sabían que nuestro cerebro cambia? ¿Por qué es necesario el cambio para vivir y sobrevivir? No podemos permanecer estáticos, debemos estar en movimiento, si no morimos.

Excélsior

Mónica Navarro Meza
Chelsie Patricia Paniagua Radillo
Luz Andrea Álvarez Cárdenas
Renata Andrea Ochoa Gutiérrez

Plasticidad

Nuestro cerebro es un órgano clave e indispensable para llevar a cabo el funcionamiento adecuado de nuestro cuerpo, necesita de un alto gasto de energía para su marcha y requiere especial atención en su cuidado y mantenimiento.

Al cerebro se le atribuyen las acciones cognitivas, entre ellas, la memoria, la atención, el aprendizaje, la toma de decisiones, y la plasticidad neuronal. Esta última se define como la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse a condiciones externas que pueden ser favorables o desfavorables.

Pero ¿cómo mantenemos una adecuada plasticidad neuronal? En primer lugar, requerimos conocer nuestro cerebro, cuidarlo y mantenerlo constantemente en funcionamiento óptimo, con una alimentación balanceada, actividades de estimulación y descanso saludable en el periodo diurno.

La plasticidad cerebral es una condición que integra una dinámica del sistema nervioso central para madurar y modificarse en respuesta a experiencias que implican retos. Esta flexibilidad se logra principalmente mediante la modulación de mecanismos celulares y moleculares que influyen en la generación e integración de comunicaciones entre las neuronas, y aporta a la formación de redes  y circuitos cerebrales, que ayudan al correcto funcionamiento del sistema nervioso.

La plasticidad del cerebro en etapas susceptibles como el desarrollo temprano y la adolescencia, exhibe un perfil específico que permite una construcción y consolidación de estructuras cerebrales dependientes de la experiencia y del ambiente. Es interesante mencionar que los patrones de neuroplasticidad pueden darse en algunas condiciones anormales, ejemplos de éstas son la encefalopatía, la parálisis cerebral, la epilepsia, distonías, discapacidades cerebrales, Trastornos del Espectro Autista y trastornos neuropsiquiátricos. Lo cual exhibe una gran necesidad de investigación y conocimiento sobre los patrones anormales de plasticidad para intervenir y modular estas conexiones y tener un cerebro saludable.

Hábitos que no contribuyen a la formación de conexiones

Nuestro cerebro está compuesto de millones de neuronas, las cuales se comunican entre sí a través del contacto entre sus terminaciones y las dendritas, lo cual genera intercambios de mensajes mediante moléculas llamadas neurotransmisores; los neurotransmisores se liberan con cada decisión, con cada estímulo y cada movimiento. Los más importantes son el glutamato, el ácido gamma-amino butírico, la acetilcolina, la noradrenalina, la dopamina, la serotonina, las endorfinas, entre otros.  A todo este proceso se le conoce como sinapsis.

El cerebro aprende debido a su plasticidad, y cuanto mayor sean las conexiones neuronales, mayor es el aprendizaje, las conexiones se estimulan por los cambios, lo desconocido, lo nuevo. Para el desarrollo cerebral es muy importante contar con la riqueza de estímulos y emociones positivas.

Existen hábitos que no contribuyen a la formación de conexiones neuronales ni a mantener un cerebro saludable, ejemplos de ellos son los siguientes:

Mala alimentación

¿Por qué nos gustan tanto los alimentos con alto contenido en calorías? Estos tipos de alimentos están preparados con cantidades elevadas de sal, azúcar y grasas y se han relacionado con una sensación de placer incluso antes de consumirlos, lo que conlleva a una liberación de dopamina, neurotransmisor encargado de regular la respuesta emocional y reacciones físicas. Al ingerir estos alimentos se genera una modificación en nuestro sistema de recompensa y provoca seguir comiendo, lo que puede provocar enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2 e incluso cáncer, además puede contribuir al desarrollo de depresión.

Falta de ejercicio

Existe un lazo muy cercano entre la alimentación y la actividad física. Se dice que el realizar actividad aeróbica permite la formación de nuevas neuronas e incrementa el flujo sanguíneo, a esto se le conoce como neurogénesis, pero ¿qué ocurre si hacemos lo contrario? Dejar de realizar actividad física provoca que los niveles de flujo sanguíneo disminuyan, y como consecuencia, nuestro nivel de procesamiento visual, la memoria semántica y el reconocimiento de objetos, palabras, rostro y números se reduczcan, además se ven afectadas otras áreas cerebrales relacionadas con detectar fácilmente las emociones de los otros e interpretar la información relacionada con los sentidos. Cabe mencionar que con la falta de actividad física hay un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer; enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, obesidad, disminución de musculatura, debilitación de huesos, cambios en el metabolismo, mala circulación, y otros factores que pueden poner en riesgo nuestra salud.

Falta de interacciones sociales

El ser humano es social por naturaleza. Existe un sustrato neurofisiológico en la corteza prefrontal y en la amígdala del cerebro que se relacionan con el comportamiento social y la regulación de las emociones, y cada que interactuamos con otras personas se involucran varias neuronas que hacen que nuestro cerebro emita ondas cerebrales en la corteza prefrontal medial.

Estudios comentan que el tener pocas interacciones sociales no es igual en todas las etapas de nuestra vida; es en la infancia y la adolescencia donde mayor registro se tiene sobre el sentimiento de sentirse solo o aislarse, debido a que el cerebro está terminando de formarse y el estado mental puede ser variable. Por ello, el tener poca interacción social provoca cambios en las regiones cerebrales, específicamente las que afectan la actividad de la amígdala.

Por otro lado, también se ha reportado que la poca interacción social o el sentirse solos se relaciona con el empeoramiento de la salud cardiaca y cerebral, y  se vincula con enfermedades cardiacas, derrames cerebrales, y el poner en riesgo la salud mental desarrollando depresión, esquizofrenia o ansiedad.

 Evita perder tus conexiones, ¡Alerta!

Ejercicio físico y cognitivo

¿Qué sientes cuando haces ejercicio? ¿Cansancio, o más energía?, ¿felicidad, satisfacción?

Al pensar en el ejercicio pensamos en salud física, bajar los niveles de grasa y el crecimiento de los músculos, pero ¿sabías que el ejercicio también crece el cerebro? El ejercicio físico tiene la capacidad de promover la función cerebral y las emociones positivas. Un ejemplo de ello son los ejercicios aeróbicos, que son aquellos en los que está implicada la respiración y la elevación de la frecuencia cardiaca; estos activan la excitabilidad en las neuronas y promueven la regeneración nerviosa. Ejemplos de estos ejercicios son la natación, caminata, correr, ciclismo, remo, boxeo, y el baile.

La meditación también conocida como conciencia plena o atención plena, se puede definir como “forma de atención no elaborativa, que no juzga, centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo atencional es reconocida y aceptada tal como es”, es uno de los ejercicios cognitivos que benefician los procesos mentales, la liberación del estrés y a aumentar la capacidad cognitiva, como el mejoramiento de la memoria, y a tener mayor eficiencia en actividades como el trabajo. Además, ayuda a evitar emociones negativas y reducir la depresión. Esta práctica, utilizada principalmente como terapia, aporta a la restructuración de la materia gris del cerebro, aunque también se pueden realizar otros ejercicios que favorecen a este tejido, como la respiración, identificación de emociones y técnicas de visualización.

El ejercicio físico y cognitivo intervienen de manera positiva en la reestructuración del cerebro, mejorando los neuroprocesos y retrasando el deterioro cognitivo como en pacientes con depresión. La próxima vez que realices ejercicio recuerda controlar tu respiración, esto te ayudará a crear nuevas redes neuronales, a la vez ¡hará feliz a tu cerebro!


Alimentación adecuada

Una mala alimentación no sólo afecta al humano en problemáticas físicas y metabólicas como la obesidad, diabetes y anemia, sino que también está relacionada con condiciones neurodegenerativas, como la demencia. Se puede argumentar que el cerebro está compuesto de glucosa y oxígeno, pero contrario a la lógica, una dieta alta en azúcar no es beneficiosa para el cerebro, ya que puede ocasionar un ascenso momentáneo en la energía y atención en el cerebro, que ocasionarán un declive más remarcado que fatigará al cerebro y, por ende, lo hará más distraído y desmotivado. El consumo excesivo de azúcar y alimentos ultra procesados se relaciona con enfermedades como la depresión, la adicción y la esquizofrenia, además de un procesamiento lento del metabolismo. En contraste, una dieta rica en frutas, antioxidantes, ácidos grasos polinsaturados, vegetales y pescado sí son beneficiosos para la salud del cerebro.


Conexiones sociales saludables, creatividad y actitud positiva

¿Cómo retas tu cerebro?

Una vida sedentaria y aislada es poco estimulante para el cerebro. El cerebro es también un músculo que debemos entrenar y estimular para su continua reestructuración y crecimiento. Lo que hagas en tu día a día puede hacer que tú cerebro siga reestructurándose a sí mismo, así que ¿qué estás haciendo hoy por tu cerebro?

El cerebro humano es uno de los órganos con mayor complejidad, está conformado por materia gris (lugar donde se procesan las señales obtenidas en los demás órganos del sistema) y materia blanca (encargada del proceso de las señales obtenidas), las cuales en conjunto permiten el funcionamiento de las actividades básicas del sistema.

El cerebro es capaz de adoptar la sensación de placer generada por las cascadas de señales creadas por el consumo de estas sustancias, produciendo un reforzamiento de la sensación de plenitud, cayendo de esta forma en ciclos de dependencia. Estos químicos de abuso no sólo afectan al cerebro, sino que también crean problemas a nivel sistémico en lo cardiovascular, inmunológico, endocrino, respiratorio, además, aumentan las posibilidades de contraer algún tipo de cáncer.

Por otro lado, los efectos físicos que se pueden presentar por el consumo de estas sustancias son: la pérdida de control sobre los actos personales, la dependencia física y psicológica a las sustancias, aumento la aparición de trastornos mentales, y la generación de ciclos de dependencia al poli consumo, es decir, requerir mayor sustancia para obtener los mismos efectos, Estos son sólo algunos de los efectos que surgen en el organismo cuando se consume algún tipo de droga. Nuestro cerebro es un órgano fundamental para llevar a cabo el funcionamiento óptimo de nuestro cuerpo. Se requiere de manera prioritaria cuidarlo y mantenerlo activo, es por ello que necesitamos fortalecer las conexiones neuronales a través de hábitos positivos como realizar ejercicios físicos y cognitivos, alimentarse correctamente y mantener relaciones sociales saludables. Podemos comenzar con poner en práctica nuestra creatividad en cada cosa que hacemos, tomar otros caminos para llegar a nuestras metas, dedicar un poco de tiempo a aquello que siempre quisimos aprender, retomar aquellos hábitos saludables y seguir conociendo más de nuestro cerebro, para cuidarlo y tratar de mantenerlo en su estado más optimo.

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