Castrejón Barajas María Guadalupe

Aguilera Cervantes Virginia Gabriela

La adolescencia es un periodo de transición que se presenta posterior a la infancia y antes de la vida adulta, en la cual acontecen cambios importantes a nivel biológico, sexual, psicoemocional, y psicosocial. Es una etapa compleja y cambiante en la que se adquieren habilidades, comportamientos, ideas y hábitos que tendrán efectos en la vida adulta; es una etapa de riesgos en la salud y alimentación. La forma en la que los adolescentes comen depende de los alimentos que tienen disponibles en el entorno social, educativo y familiar y de factores como la imagen corporal, estigmas sociales, exposición a la publicidad y mercadotecnia, la economía, religión, creencias y cultura.

Las conductas alimentarias de riesgo en esta etapa son la restricción de alimentos, el reemplazo de platillos completos por snacks y el incremento de alimentos altos en calorías, azúcares, grasas, sodio, colesterol y bajos en vitaminas, fibra y minerales. Ejemplo de estos son galletas, pastelillos, papas fritas, churritos, dulces, chocolates, leches chocolatadas, botanas, entre otras. Esta forma de alimentación está instaurada en las dinámicas de los adolescentes desde décadas atrás, propiciando un decremento en la calidad de vida en esta etapa y posterior a ella. Durante los últimos cuarenta años, 340 millones de niños y adolescentes y mil 900 millones de adultos presentan obesidad o sobrepeso, demostrando así que los problemas de sobrepeso u obesidad les acompañarán a la siguiente etapa de su vida, confirmando el supuesto que, si un niño o adolescente es obeso, probablemente lo seguirá siendo a lo largo de su vida.

El consumo de snacks es importante, dado que 3 de cada 4 adolescentes los consumen diariamente y constituye el 25% del consumo total de su alimentación. Se encuentra entre los primeros productos alimenticios seleccionados de manera intencional e individual por los adolescentes fuera de un contexto familiar, obteniéndose regularmente con sus propios recursos (i.e. dinero), generando una identidad alimentaria; por ello, se consideran una ruta importante de acción en la que se puede generar un cambio significativo en los hábitos presentes y futuros del adolescente.

Pero, ¿qué es un snack? La palabra snack proviene del inglés, traducido al español es “bocadillo” o “refrigerio”. Bajo esta definición se incluyen los alimentos sólidos y líquidos. También son un “episodio alimentario” con alimentos variados en nutrientes, los cuales se consumen entre las tres comidas principales del día: desayuno, comida y cena, y no sustituye a una de estas. El snack, entendido como un episodio alimentario, más que un tipo de alimento generalmente es asociado a características no saludables, puede ser una oportunidad para generar un acercamiento al consumo variado de alimentos y nutrientes al asociarlo positivamente con el incremento de alimentos con alta calidad nutricional como frutas, vegetales, frutos secos y yogures bajos en grasa, cubriendo así los requerimientos de estos nutrientes necesarios para su edad.

¿Qué estrategias recomiendan los expertos seguir para que el consumo de snacks represente una oportunidad de mejora en la alimentación, incrementando el consumo de alimentos variados y con mejor aporte de nutrientes? Los expertos sugieren:

  1. Familiarizarse con los snacks saludables a través de la disponibilidad y variedad de productos y alimentos con mejor aporte nutricional en casa y escuela.
  2. Si aprendemos a comer los alimentos a través de la imitación, entonces los integrantes de la familia, los compañeros y profesores de la escuela, grupos de amigos, pueden ser los modelos de cambio en el desarrollo de nuevas preferencias alimentarias relacionadas con los snacks, debido a que si los modelos consumen regularmente alimentos saludables, la probabilidad de que los adolescentes les imiten es mayor.  
  3. La facilidad de preparación y la portabilidad del snack es un elemento clave, por ello, integrar los disponibles en piezas o paquetes, sin necesidad de cortar o preparar y listos para comer como frutos frescos (manzana, mandarina, pera, guayabas, naranja) y frutos secos y semillas (nueces, almendras, semillas de girasol, cacahuates, palanquetas de amaranto, arándanos, pasas).
  4. En los vegetales también se pueden encontrar buenas opciones ya que, al igual que las frutas, pueden comerse crudos como el pepino, la jícama, el apio y la zanahoria. Por lo tanto, la accesibilidad y presencia de estos alimentos puede contribuir a su selección frecuente y continua.
  5. Realizar mezclas de snacks ricos, coloridos y llamativos, ya que, en primera instancia, un factor crucial en la adquisición de conductas dietéticas saludables es desarrollar gusto por los alimentos.
  6. Las frutas por lo general presentan características de sabor más agradable al paladar, son más dulces, sabrosas, jugosas, o de textura más atractiva, en comparación con las verduras, por lo que si se va a iniciar el consumo de snacks saludables se pueden integrar aquellos alimentos que resulten más apetitosos y acompañarlos de los menos apetitosos para que te ayuden poco a poco a ir generando mayor exposición a variedad de colores, sabores y tipos de alimentos.
  7. Acompañar los alimentos que más nos gustan con los que menos nos gustan ayudará al desarrollo de nuevos gustos y preferencia de aquellos alimentos menos preferidos pero saludables.
  8. Restringir, privar e inclusive castigar el consumo de alimentos considerados no saludables, no son estrategias eficaces en la reducción y/o evitación del consumo, por el contrario, el reforzar, motivar e incentivar de manera positiva el consumo de snacks saludables generará mayores y mejores respuestas de consumo.

En este sentido, en el Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (IICAN) del Centro Universitario del Sur se realizó una investigación en adolescentes con el objetivo de incrementar la frecuencia y consumo de snacks saludables y disminuir los no saludables para mejorar las conductas dietéticas presentes e idealmente futuras. La investigación se hizo a través de un programa de modificación conductual basado en técnicas de reforzamiento positivo y con estrategias propuestas desde la multidisciplina con aportes de la nutrición, la psicología y la socio antropología. Los resultados mostraron una oportunidad de mejora a través de este episodio alimentario, incrementando la frecuencia, cantidad y consumo de alimentos ricos en nutrientes y disminuyendo los altos en calorías, azúcares, grasas, sodio y aditivos. Si bien, la forma de alimentarnos está influenciada por diversos factores psicológicos, biológicos, socioculturales, familiares, entre otros, con la aplicación de estrategias integrales es posible modificar las tendencias actuales de alimentación, obteniendo cambios a corto, mediano y largo plazo.

maria.castrejon4283@academicos.udg.mx

virginia.aguilera@cusur.udg.mx